La Unidad de Daño Cerebral Sobrevenido ha atendido a 129 pacientes desde que comenzara a funcionar en marzo de 2011

13 May 2015

Se integra en el Instituto de Enfermedades Neurológicas de Castilla-La Mancha, ubicado en la ciudad de Guadalajara

La Unidad de Daño Cerebral Sobrevenido (UDCS) del Instituto de Enfermedades Neurológicas de Castilla-La Mancha, ubicada en la ciudad de Guadalajara, ha atendido a 129 pacientes desde que comenzara a funcionar en marzo de 2011. La edad media de las personas que han pasado por este  recurso es de 50 años, siendo la más joven de 14 y el mayor de 67.

El daño cerebral sobrevenido o adquirido (DCS)  provoca una lesión en el cerebro, de naturaleza no congénita ni degenerativa, y generalmente de instauración repentina. Las principales etiologías son: ictus, traumatismo craneoencefálico (TCE), anoxia cerebral y tumores cerebrales.

Al tratarse de un recurso de carácter regional, esta Unidad ha prestado tratamiento a pacientes procedentes de toda Castilla-La Mancha. Por provincias, la UDCS ha recibido un 14,8% de pacientes de Albacete, un 12,3% de Ciudad Real, un 14,8% de Cuenca,  el 27,2% de Guadalajara y el 29,7% de Toledo.

Mª Jesús Sánchez- Palomo, neuróloga del Área Integrada de Guadalajara, ha apuntado que al año se ha prestado neurorrehabilitación a una media de 32 pacientes dada la larga duración del mismo, “que suele ser por término medio de 6,7 meses, incluso en algún caso hemos llegado a los doce meses”.

Por etiologías, ha detallado la doctora Sánchez-Palomo, los pacientes que presentaban un traumatismo craneoencefálico representan el 9,62% de los tratados; ictus isquémicos el 38,5%; ictus hemorrágicos el 37,7%; secuelas de neoplasias, el 3,7%; encefalopatia hipoxico-isquémica el 5,18% y  secuelas de procesos quirúrgicos  5,18%.

Tratamiento

Los pacientes realizan un tratamiento neurorrehabilitador integral incluyendo distintas áreas dependiendo de los déficits encontrados durante la valoración: fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia, neuropsicología y psicología clínica; además, tienen el apoyo de la trabajadora social para realizar trámites y conseguir recursos al alta.

El objetivo general de la neurorrehabilitación, ha explicado Noemí Hernández, especialista en Rehabilitación y Medicina Física del Área,  “es conseguir la máxima independencia del paciente, para disminuir sus limitaciones para las actividades básicas (aseo, vestido, baño, alimentación o comunicación) e instrumentales  como el manejo de medicación y dinero o la planificación de horarios de la vida diaria”. De esta manera, ha añadido la doctora Hernández, “conseguimos aumentar la calidad de vida tanto del paciente como de sus familiares, y disminuir el número de institucionalizaciones al alta. De hecho, de todas las altas que hemos dado hasta marzo de 2015, el 85,9% han sido a su domicilio particular, y sólo el 12.4% han sido institucionalizados”.

El tratamiento neurorrehabilitador es muy complicado dados los múltiples déficits que se asocian. Por eso debe tratarse de forma multidisciplinar y en equipo para que la información fluya en todas direcciones para mejorar el proceso y estar en todo momento coordinados.

Por una parte, el paciente suele presentar déficits físicos como: falta de movilidad y sensibilidad en las extremidades y en el tronco, alteración del equilibrio y de la marcha, alteración de la coordinación del movimiento y de la integración del esquema motor y de la comunicación. Incluso sufren  problemas de deglución y control de los esfínteres.

Por otra parte están los déficits cognitivos como la alteración de la orientación, la atención, la memoria, las funciones ejecutivas, la falta de conciencia de enfermedad, entre otras muchas. “También encontramos déficits psicológicos como cambios en la personalidad o depresión. Además debemos tratar el importante impacto emocional que supone esta enfermedad para las familias”, ha comentado la doctora.

Lokomat, tecnología avanzada

Desde hace dos años, esta Unidad cuenta la tecnología más avanzada en rehabilitación para reeducacar el equilibrio y la marcha, el robot Lokomat. Este se puso en marcha hace dos años y desde entonces han sido tratados 25 pacientes con el objetivo de mejorar el equilibrio del tronco y reeducar la marcha.

En total se han realizado 363 sesiones de tratamiento con una media de 21 por paciente recibidas en un promedio de dos meses y medio. Tras finalizar el tratamiento con el Lokomat, los pacientes han conseguido mejorar el equilibrio para ser más independientes en las transferencias y actividades básicas de la vida diaria. “En el 65% de los casos han logrado una marcha independiente, con ayudas técnicas o incluso sin ellas”, ha concluido la especialista.